Al principio no reconozco (y no me interesa tampoco) la razón, el motivo, el porqué. Pero cuando si me doy cuenta, creo que el medidor de felicidad baja unos pocos grados, por eso siempre trato de evitar la respuesta al asunto. De vez en cuando me hacen bien estas alteraciones, pero generalmente aparecen cuando no las necesito, y cuando no aparecen, las necesito, como todo en la vida.
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